sábado, 18 de diciembre de 2010

Young and dangerous de Andrew Lau: la glamourización iconográfica de la tríada








Antes de alcanzar la fama internacional con la magnífica trilogía de Infernal Affeirs, Andrew Lau conquistó al público hongkonés con una saga que marcó un antes y un después en el cine de tríadas. Las seis entregas de Young and dangerous consagraron a su director y, sobre todo, redefinieron la figura del ganster (joven y glamouroso), y expusieron una ética de la tríada, basada en sus tradiciones, pero también en aspectos tan socializantes como la exaltación de la amistad.
Young and dangerous se convirtió en un fenómeno de taquilla y los jóvenes hongkoneses vieron en estos héroes, que pasaron del cómics a la pantalla, una especie de modelo a seguir en cuanto a moda y estilismo. Sus protagonistas se alzaron al status de estrellas locales y muchos de ellos comenzaros sus carreras discográficas como la tradición de la excolonia.
No obstante la saga no estuvo ajena a la polémica pues la exposición de este modo de vida gansteril fue calificado por muchos críticos y sociólogos como una exaltación de la vida en la tríada. La saga parece corroborar cómo los auténticos héroes, con sus buenos sentimientos pero también con sus dotes para matar y extorsionar, se encuentran en este submundo, cierto que podemos hallar esta línea en todas las películas, pero…¿ por qué no contemplar Young and Dangerous como un intento de redefinir el cine de tríadas? Si Johnnie To redefinió el cine negro con su toque humano y verista de sus protagonistas, ¿por qué no afirmar que Andrew Lau apostó por otro camino dan cuerpo a unos personajes del cómics que se movían en estas lindes?


Young and Dangerous es una adaptación de un cómics muy popular en la cultura asiática titulado Teddy Boy (1992) de Lun Yu-Kwok y Man Kam-Hung.
Para su primera historia Andrew Lau recreó esa historia prácticamente como un storyboard del film y, a la hora de narrar la historia utiliza sus viñetas como títulos de crédito o como transición entre escenas.
La historia se centra en el ascenso y auge de una pandilla de amigos en una de las familias de las tríadas. En su camino se encuentran con malvados villanos (como siempre un formidable Francis Ng que consigue que la pélicula gire en torno a su interpretación), con pruebas de lealtad y amistad, peleas entre ellos, pero sobre todo, con un sentimiento de solidaridad que se crea desde niños y consigue perdurar en su edad adulta.

Los héroes (con Ekinj Cheng y Jordan Chan a la cabeza) y los antihéroes (Francis Ng) se introducen en un submundo altamente jerarquizado. Ellos comienzan como peones jóvenes y cargados de ilusión, y también de violencia, por sus manos pasan los negocios típicos de las mafias como la prostitución, la regencia de locales de karaoke, las drogas…y también las crudas peleas con las bandas rivales. Pero al mismo tiempo, por la juventud de sus protagonistas estos aprendices de ganster, también se preocupan de su aspecto físico. Por ello Ekin Cheng no concibe salir a trabajar, inclusive cuando sabe que va a una pelea con sus rivales, sin antes haber pasado por una sesión de estética y peinarse su admirada melena. Así, el glamour y la moda se equilibran con la violencia y la tríada.

Los hombres viven felices en sus códigos de honor, y en su mundo de delincuencia, pero las mujeres son retratadas como mujeres fatales sin el protagonismo que le otorga una historia donde reinan los prototipos masculinos. Todo parece ir bien hasta que se les asigna un asesinato en Macao y comienzan a surgir las luces y las sombras de esa “cultura”.
Los héroes se mueven por un Hong Kong nocturno lleno de luces de neón, lleno de movimiento y lleno de agilidad propia de un submundo peligroso y acelerado.

Una saga que no olvidemos que nació en el año 1996 a un año de la tan “temida” devolución de la colonia a la China continental. Una parte de sus ciudadanos optaron por abandonar la isla, pero la mayoría tuvo que quedarse en su tierra, convirtiéndose así el cine –y el ocio en general- en uno de los sustentos de distracción para la población. Sin lugar a dudas este clima de incertidumbre y esta apuesta por el cine local fueron dos recios pilares para convertir a estos actores en héroes y a esta saga en un éxito sin precedentes.
Una estética pop acorde con sus protagonistas, que quizá quite un poco de verosimilitud a las acciones y las emociones de nuestros “héroes”, sin olvidar que el director se mueve y recrea las coordenadas del comics. La falta de carisma de la pandilla ,del que solamente Jordan Chan consigue transmitir el peso de su papel, se contrarresta con el buen hacer del villano (Francis Ng) y los actores consagrados como Simon Yam.

Andrew Lau apostó por una estética nueva que revolucionó la taquilla, pero si hacemos balance ese mismo año fue el que Wong Kar Wai nos deleitó con el fantástico binomio de Chuicking Espress y Fallen Angels, y eso en términos de revolución rompieron con una estética y aportaron una nueva mirada que ha quedado marcada en nuestra retina.
No obstante Lau , con young and Dangerous, comenzó un camino hacia su madurez cinematográfica que culminó con Infernal Affairs y eso es muy digno de tener en cuenta.

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