miércoles, 17 de octubre de 2007

PELÍCULA: Pekin Ópera Blues: la mujer pisa la escena

















Hablar de Pekin Opera Blues es meternos de lleno en la edad dorada del cine hongkonés, es revisionar uno de los grandes clásicos de Tsui Hark y es mirar, desde la nostalgia y la comedia, uno de los momentos de la historia más reciente de China.










Entre A Better Tomorrow (1986) y a Better Tomorrow II (1987) , Tsui Hark (recordemos su labor en la producción de dichas películas), se embarcó en un proyecto ambicioso conocido como Pekíng Opera Blues (1986).

En un momento en que la cinematografía hongkonesa estaba viviendo su gloriosa edad dorada, Hark trabajó en lo que mejor sabía hacer: renovar y modernizar los géneros idiosincrásicos del planeta Hong Kong. Y lo hizo desde su particular punto de vista, empleando una combinación tal de géneros que, gracias a su acierto en el ritmo, el espectador no era consciente del coctel magistral que Hark había combinado. Peking Opera Blues significó ese siguiente escalón en su carrera tras haberse convertido en el adalid de la Primera Ola hogkonesa.
Frente a sus primeras películas, marcadas por el deseo de mostrar una realidad más cruda, empleando un tono que se asemejaba al docudrama, mediante la sencillez estilística, y con un consciente afán provocativo, la película que nos ocupa significó un paso de Hark hacia la cultura del entretenimiento, hacia las historias populares en las que el espectador reconocía sus géneros favoritos y empatizaba con ellos.


Algunos críticos han señalado que con Peking OperaBlues, Tsui Hark se quitó de encima la fama de "loco furioso" de sus primeras películas. Un adjetivo, desde mi punto de vista, demasiado simplista para definir los primeros pasos de un director transgresor y que, en definitiva, plasmó nuevas ideas acorde con un nuevo momento social y una nueva historia de la cinematografía local. Pero lo que si es cierto, es que Hark se moderó y acometió un proyecto en el que unía drama, historia, romanticismo, acción y comedia.


El argumento se centraba en la vida de tres mujeres que se unían para derrocar el golpe de estado del general Cao Cao en la China de 1912, tras la caída de la dinastía Qing. Una de ellas (Brigitte Lin), la hija del general, se enfrentaría a la opresión del régimen, dividida entre sus principios políticos y el amor hacia su figura paterna. La segunda (Cherie Chung) se vería envuelta en los acontecimientos al intentar robar unas joyas en su deseo de escapar de Pekín, y la tercera (Sally Yeh) encarnaría a la hija del propietario de un local de Ópera que soñaba con interpretar los papeles que sólo podían representar los hombres. Recordemos que hasta los años treinta la mujer no podía interpretar ningún papel operístico, ni mucho menos pisar la escena.








Tres mujeres valientes arrastradas en una atmósfera de aventuras y de intrigas. El gran acierto del director fue mostrar a las tres protagonistas con caracteres propios para enfrentarse al enemigo, es decir, no fue necesario que de su unión saliese la heroína perfecta, pues por sí solas daban vida a tres aguerridas mujeres, que nunca perdían su matiz femenino, pero que al mismo tiempo ocupaban el protagonismo que tenían los hombres en este tipo de cintas.



A este respecto, es muy interesante comprobar como el intercambio de roles estaba presente durante todo el metraje. Hark expuso una nueva mirada sobre el género tradicional haciendo que la mujer pasase a desempeñar la función del hombre en la aventura, y el hombre -acompañado por un ajustado toque de comedia- pasase a ser esa tierna y delicada fémina de la Ópera de Pekín. Solamente el personaje de Mark Cheung, joven guerrillero que ayudará a las tres protagonistas, se acercaría al héroe tradicional pero esta vez en el papel de mera comparsa de la heroína.


Así, la comedia, enfatizada por un ritmo muy ágil, se verá favorecida por este juego de intercambios dándole un toque a medio camino entre el Lubistch más elegante y el esperpento de los Hermanos Marx . (La escena de la cama con los cuatro personajes dentro de ella recibiendo la visita inesperada del padre de una de las chicas, bien podría ser una secuencia de los Hermanos Marx en su célebre película El Hotel de los líos, por poner un ejemplo).


Desde la elegancia, la comedia, y una moderada acción Tsui Hark se acercó a esta revisión de la historia de China de principios de los años noventa. Peking Opera Blues realza esa mirada nostálgica y esboza un maravilloso homenaje al mundo de la Ópera. Valiéndose de una auténtica sinfonía de gamas y de sonidos, y con una paleta repleta de colores luminosos transformada en una particular poética visual, podemos afirmar que Hark consiguió una película redonda, considerada- hoy en día- como uno de sus grandes clásicos.










Nuria Álvarez Macías

No hay comentarios: