La obra de determinados directores se prolonga con luz propia en otros que, obnubilados por su estela, homenajean o parodian el cuerpo estilístico de los primeros.
No descubro nada nuevo si defino el trabajo de Wong Kar Wai como genuino y artesanal, ni tampoco que al brillo de su estela han surgido algunos satélites que beben de su musa. (Véase la entrada de Eric Kot)
Dejo al margen a los que aprovechan el filón de sus éxitos y copian bajo el apelativo del humor sus mejores obras, me quiero centrar en esos otros que utilizan sus esquirlas para redefinir sus trabajos y crear obras personales que se mecen bajo su manto.
Al acercarme a la obra de Wong Kar Wai he dado con pequeñas joyas que, por desgracia, muchas veces pasan desapercibidas y no son admiradas como lo que realmente son: miradas posmodernas surgidas a tenor de los grandes maestros posmodernos asiáticos
Hock Hiap Leong, documental realizado en Singapur por el director Royston Tan, reúne la mágica atmósfera de Wong Kar Wai y el surrealismo onírico del taiwanés Tsai Ming Liang. Esta es una de esas joyas a las que me refiero.
Hock Hiap Leong puede traducirse como Cha cha chá en Singapur y expone la vida de un pequeño restaurante que alberga los sueños de sus dueños y de las distintas personas que acuden a él. En realidad el pequeño restaurante está a punto de desaparecer y Royston Tan evoca y homenajea a esos sitios emblemáticos, que desaparecen del contexto habitual de las ciudades, en base a los recuerdos que nos han unido a ellos en nuestra existencia.
Cha cha chá en Singapur dice adiós a un café-restaurante que cerró sus puertas tras cincuenta años de vida y el modo de llorar pos su adiós, o de transmitir ese sentimiento de pérdida, nos recuerda al estilo de Wong Kar Wai.
Al igual que el director hongkonés Tan se recrea en la cotidianidad con el uso de la cámara lenta, cada objeto para tener una historia que contar y un emoción que inyectar a las personas que se enfrentan a su cierre. El uso de la voz en off, muy utilizada en casi todas las obras de Kar Wai, recrea en este documental los pensamientos y las palabras que se quedan en el alma de los protagonistas.
Royston Tan rueda en las calles adyacentes al restaurante y otorga protagonismo a esos espacios urbanos que el avance de la ciudad está demoliendo. Por tanto, rodar el adiós del restaurante es un modo de perdurar un recuerdo nostálgico de la presencia de una época.
Misma intención de Wong Kar Wai al relacionar los recuerdos, el lugar y los objetos bajo el prima de una futura nostalgia que, a buen seguro se tendrá, cuando desparezcan los “lugares de una época”. In the mood for love es un buen ejemplo de esto pues, además de los amores frustrados y de los estilemas propios de Kar Wai, la película tiene una clara intención de reflejar el aroma de una época, la moda de una sociedad y atrapa un espacio tiempo a medio camino entre la añoranza y el recuerdo.
Por eso cuando en Cha cha chá en Singapur su director se detiene en un calendario de pared parece recrear el mismo uso que Wong Kar Wai hace con las imágenes de sus relojes y el inminente paso del tiempo. Los relojes para Kar Wai extrapolan un tiempo que no caduca y que a su vez no se puede atrapar. Por eso en Cha cha chá tenemos la sensación de pasar de un tiempo real a una contemplación onírica, que enmarca un restaurante de próxima desaparición, y nos aproxima a un imaginario colectivo hecho de recuerdos.
Al mismo tiempo cuando el narrador, en voz en off, pasea por los distintos objetos ubicados por el café y nos dice: “cada cosa parece tener una historia que contar”, de nuevo tenemos una alusión al cine de Wong Kar Wai. Quién no recuerda en Chucking Express los diálogos de Tony Leung con los sus desolados objetos. El jabón que cada día adelgazaba más o la toalla empapada de lágrimas son piezas que dan vida a lo inanimado y, que al igual que el protagonista, sufren por el abandono de su amada. La casa se convierte en un personaje más que sufre y llora su dolor.
Lo mismo podemos decir de esas tazas o esos platos del restaurante de Singapur que se sienten tristes por las historias que van a dejar de contar. Los objetos, como en Kar Wai, se mezclan de la melancolía y la depresión propia de la conciencia de un presente que se nos escapa.
Pero Cha cha chá en Singapur también nos sorprende con la influencia de otra mirada posmoderna pues el número musical que el protagonista se maraca en el café parece sacado de la filmografía de Tsai Ming Liang, en concreto de su afamada película El sabor de la sandía.
Lo onírico mezclado de surrealismo, la diversión y el colorido ponen el contrapunto perfecto ante la melancolía de la pérdida.
El número musical no tiene una explicación lógica, sino que experimenta la exaltación del bullicio, del color, de la música, de los clientes...del barullo que ha tenido cada día ese restaurante. Del color y de la lágrima.
¿Alguien podía imaginarse una fusión entre Wong Kar Wai y Tsai Ming Liang? Pues decídanse a bailar un cha cha chá en Singapur, un cruce de miradas posmodernas
No descubro nada nuevo si defino el trabajo de Wong Kar Wai como genuino y artesanal, ni tampoco que al brillo de su estela han surgido algunos satélites que beben de su musa. (Véase la entrada de Eric Kot)
Dejo al margen a los que aprovechan el filón de sus éxitos y copian bajo el apelativo del humor sus mejores obras, me quiero centrar en esos otros que utilizan sus esquirlas para redefinir sus trabajos y crear obras personales que se mecen bajo su manto.
Al acercarme a la obra de Wong Kar Wai he dado con pequeñas joyas que, por desgracia, muchas veces pasan desapercibidas y no son admiradas como lo que realmente son: miradas posmodernas surgidas a tenor de los grandes maestros posmodernos asiáticos
Hock Hiap Leong, documental realizado en Singapur por el director Royston Tan, reúne la mágica atmósfera de Wong Kar Wai y el surrealismo onírico del taiwanés Tsai Ming Liang. Esta es una de esas joyas a las que me refiero.
Hock Hiap Leong puede traducirse como Cha cha chá en Singapur y expone la vida de un pequeño restaurante que alberga los sueños de sus dueños y de las distintas personas que acuden a él. En realidad el pequeño restaurante está a punto de desaparecer y Royston Tan evoca y homenajea a esos sitios emblemáticos, que desaparecen del contexto habitual de las ciudades, en base a los recuerdos que nos han unido a ellos en nuestra existencia.
Cha cha chá en Singapur dice adiós a un café-restaurante que cerró sus puertas tras cincuenta años de vida y el modo de llorar pos su adiós, o de transmitir ese sentimiento de pérdida, nos recuerda al estilo de Wong Kar Wai.
Al igual que el director hongkonés Tan se recrea en la cotidianidad con el uso de la cámara lenta, cada objeto para tener una historia que contar y un emoción que inyectar a las personas que se enfrentan a su cierre. El uso de la voz en off, muy utilizada en casi todas las obras de Kar Wai, recrea en este documental los pensamientos y las palabras que se quedan en el alma de los protagonistas.
Royston Tan rueda en las calles adyacentes al restaurante y otorga protagonismo a esos espacios urbanos que el avance de la ciudad está demoliendo. Por tanto, rodar el adiós del restaurante es un modo de perdurar un recuerdo nostálgico de la presencia de una época.
Misma intención de Wong Kar Wai al relacionar los recuerdos, el lugar y los objetos bajo el prima de una futura nostalgia que, a buen seguro se tendrá, cuando desparezcan los “lugares de una época”. In the mood for love es un buen ejemplo de esto pues, además de los amores frustrados y de los estilemas propios de Kar Wai, la película tiene una clara intención de reflejar el aroma de una época, la moda de una sociedad y atrapa un espacio tiempo a medio camino entre la añoranza y el recuerdo.
Por eso cuando en Cha cha chá en Singapur su director se detiene en un calendario de pared parece recrear el mismo uso que Wong Kar Wai hace con las imágenes de sus relojes y el inminente paso del tiempo. Los relojes para Kar Wai extrapolan un tiempo que no caduca y que a su vez no se puede atrapar. Por eso en Cha cha chá tenemos la sensación de pasar de un tiempo real a una contemplación onírica, que enmarca un restaurante de próxima desaparición, y nos aproxima a un imaginario colectivo hecho de recuerdos.
Al mismo tiempo cuando el narrador, en voz en off, pasea por los distintos objetos ubicados por el café y nos dice: “cada cosa parece tener una historia que contar”, de nuevo tenemos una alusión al cine de Wong Kar Wai. Quién no recuerda en Chucking Express los diálogos de Tony Leung con los sus desolados objetos. El jabón que cada día adelgazaba más o la toalla empapada de lágrimas son piezas que dan vida a lo inanimado y, que al igual que el protagonista, sufren por el abandono de su amada. La casa se convierte en un personaje más que sufre y llora su dolor.
Lo mismo podemos decir de esas tazas o esos platos del restaurante de Singapur que se sienten tristes por las historias que van a dejar de contar. Los objetos, como en Kar Wai, se mezclan de la melancolía y la depresión propia de la conciencia de un presente que se nos escapa.
Pero Cha cha chá en Singapur también nos sorprende con la influencia de otra mirada posmoderna pues el número musical que el protagonista se maraca en el café parece sacado de la filmografía de Tsai Ming Liang, en concreto de su afamada película El sabor de la sandía.
Lo onírico mezclado de surrealismo, la diversión y el colorido ponen el contrapunto perfecto ante la melancolía de la pérdida.
El número musical no tiene una explicación lógica, sino que experimenta la exaltación del bullicio, del color, de la música, de los clientes...del barullo que ha tenido cada día ese restaurante. Del color y de la lágrima.
¿Alguien podía imaginarse una fusión entre Wong Kar Wai y Tsai Ming Liang? Pues decídanse a bailar un cha cha chá en Singapur, un cruce de miradas posmodernas
5 comentarios:
¡Me tenías que haber dicho que era un corto!
Me pasé tiempo buscandolo, hasta que probé en youtube y ahí está, con subs en inglés y todo.
Y tienes tanta razón.... es muy, muy, muy wkw, precioso, lleno de melancolía. Una joya.
Me ha gustado mucho, gracias por ponernos tras la pista de grandes obras de arte.
Por cierto, ¿nunca te has planteado hacer algo así, localizado en Madrid? Creo que Gran vía daría mucho juego, las noches me parecen muy melancólicas, me recuerda en cierto modo a Tsi tsam tsui...
Tienes razón, tenía que haberte dicho que era un corto, pero me puse a escribir, me emocioné, y se me olvidó lo más era importante...que era un corto.
Me alegra que ta haya gustado, a mí me impresionó un montón. Lo encontré casualmente cuando buscaba cosas con la estela de Wong Kar Wai.
Por cierto....muy buena idea lo de la Gran Vía, se lo podemos comentar al señor Kar Wai a ver si así nos hace una visita.
Cómo siempre gracias por tus entradas Chris.
Un beso
Nuria
Bueno, lo más importante tampoco es, mujer, ahahah.
Lo que si es cierto es que es genialidoso, me encantó mucho.
Y no se lo digas a wkw, tenemos que hacerlo nosotros, luego se lo enviamos y nos contrata para ayudarle a recuperar el buen camino, ahhahahahahahah.
Beso!
Pues entonces, cuenta conmigo
jajajaja
Un beso Chris
Nuria
Te tomo la palabra, cualquier día te llamarán por teléfono requiriendo tu presencia en Gran Vía, para ver como captar el agridulce / postmoderno ambiente...
Otro beso!
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