domingo, 29 de noviembre de 2009
Sunflower de Zhang Yang: crecer en un mundo de transformaciones
Coincidiendo con los sesenta años de la fundación de la República Popular China, la Red de Navarra de Estudios Chinos ligada a la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y al I.P.E.S (Instituto Promoción de Estudios Sociales) ha programado unas jornadas cinematográficas centradas en el desarrollo de la sociedad china. Desde aquí recomiendo encarecidamente la visita de su completo blog : http://rednavarraestudioschinos.blogspot.com/
Bajo el título: China, de la tradición a la modernidad, se ha pretendido reflejar el difícil y paulatino proceso de cambio en una sociedad que se debate entre las leyes del pasado y que mira ante una incipiente globalización que rige las nuevas leyes del mundo.
He tenido la suerte, y el honor, de comentar y analizar una de las películas seleccionadas: Election de Johnnie To , pero como esta película ya ha tenido cabida en este blog (véase Election de Johnnie To: ya no existen héroes ) vamos a centrarnos en Sunflower del director chino Zhang Yang, ejemplo perfecto para presentarnos a una ciudad, Beijing, y a una familia, a medio camino entre la modernidad y la tradición.
Con Sunflower Zhang Yang, su director, se encuentra a medio camino de los postulados de la Quinta generación china y las nuevas temáticas de la Sexta. Es decir, al igual que la evolución de su sociedad en Sunflower podemos ver cómo esas historias reflexivas sobre el pasado de un país, al estilo de Tian Zhuangzhuang con La cometa azul, se enriquecen con los intereses y las motivaciones de un grupo de directores, pertenecientes a llamada Generación Urbana, que demandan temas de actualidad.
Por ello la película parte de un momento histórico muy concreto, el final de la revolución cultural y las repercusiones en el pequeño universo de una familia, y deambula hasta los temas más contemporáneos como el derrumbe físico de las ciudades o la presencia de una diversidad cultural tapada antes por la uniformidad de los postulados maoístas.
Zhang Yang divide la narración en tres décadas muy significativas para la historia de China y por ende para su propio bagaje personal. La película comienza en el año 1976 cuando el padre, antiguo intelectual, regresa a su hogar tras pasar seis años en un campo de trabajo. En la historia de China este fue el año de la muerte de Mao y del derrocamiento de la Banda de los 4. La siguiente década se inicia en el año 1987, momento en el que las ciudades experimentan un proceso de urbanización y momento importante para el director porque decide comenzar su carrera universitaria. La última década tiene como punto de partida el año 1999 donde Beijing vive el derribo de sus antiguos barrios, al mismo tiempo que se desarrolla una apertura a una mayor diversidad cultural. En la trayectoria vital de Yang este será el año en que encamine su carrera hacia el cine.
Tres décadas que son testigos de los continuos enfrentamientos entre un padre y un hijo. El problema de esta tensión no radica en la falta de amor sino en la capacidad de mostrar las emociones. El padre regresa a un hogar en el que el hijo de ocho años se ha acostumbrado a vivir en libertad. El regreso de la figura paterna obliga al hijo a tener unas normas de las que antes carecía. Por tanto sus relaciones se van fraguando entre palabras no dichas y sentimientos que se pierden justo antes de ser enunciados.
El padre, fiel representación del patriarca chino, en su retorno no reencuentra su lugar, ni en su familia ni en la sociedad, y el hijo se aferra a una independencia que se irá suavizando a medida que crezca y entienda la dificultad de ser padre.
La gran sacrificada en esta historia será la madre que en su papel de mediadora dedicará su vida a su familia y al trabajo. Su representación iconográfica es bastante significativa en la historia de China: sencilla y andrógina con la ausencia de adornos y con una vestimenta que escenifica el sacrificio de su individualidad.
Uno de los debates más interesantes que nos abre Sunflower se centra en el peso de la familia, como unidad social básica en la cultura china. ¿Es el desmoronamiento de la familia uno de las consecuencias del tránsito hacia la modernidad?, o por el contrario por su legado confucianista sigue siendo un núcleo protegido y respetado? Quizá la película nos permita ver esa posible grieta en su sociedad pero, al igual que en la realidad, la palabra del padre es respetada aunque por medio haya tensiones y gritos. El padre quiso que su hijo único fuese pintor y al final ambos asisten a la exposición del hijo en un Beijing cercano a la vanguardia.
No es casual que las pinturas elegidas para la exposición sean las de uno de los pintores chinos más interesantes y reconocidos en el panorama internacional: Zhang Xiongang. Al igual que para Zhang Yang el arte y la vida se presentan como vasos comunicantes. Este pintor se inspiró en las fotos de familia en tiempos de la Revolución Cultural y trabajó en torno al concepto de familia y la evolución en el camino hacia su modernidad. Sus retratados parecen estar en calma pero en ellos hay una gran turbulencia emocional, parecen traspasados al mundo del celuloide si hablamos de la relación entre este padre y su hijo.
Sunflower es una película donde afloran las emociones por el simple hecho de ocultarlas. Representa el cambio, la transformación física y sentimental, en un mundo que va en pos de un futuro donde el choque generacional está obligado a entenderse. ¿Hacia dónde girará ahora esa sociedad china? En época de Mao los girasoles volvían su rostro hacia el gran sol de su persona, pero ahora ¿cuál es su futuro?, ¿cuál será la senda de su avance?
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Sunflower de Zhang Yang
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