lunes, 11 de enero de 2010

Chaos de Herman Yan: un mundo dónde no brilla el sol








Durante muchos años se ha relacionado a Herman Yau con el cine de terror “salpicado” con los excesos de la Categoría III (se agrupan en esta categoría todas aquellas películas destinadas para adultos, y por consiguiente, reciben etiquetas tan sensacionalistas –aunque no por ello se aparten de su significado- como: “repulsivas”, “crudas”, “psicológicamente asfixiantes”, o “de explícita violencia sexual”)
De calidad escasamente cuidada y debido a sus bajos presupuestos la Categoría III se movía entre escenas de extrema violencia acotada con dosis de canibalismo o necrofilia, por no hablar de sus múltiples torturas o violaciones.
Y Herman Yau, este director de talante independiente, se movió como pez en el agua en este tipo de películas creando títulos de culto como Ebola Syndrome.
Yau ha sabido en todo momento lo que el espectador esperaba de él. Es más, en una reciente entrevista realizaba con valentía estas declaraciones: “…para mí hacer un producto menor es mejor que no hacer nada. Me gustan las películas de horror, pero las hago porque es lo que el público espera de mi. Para otro tipo de cine la gente va a ver una película de Stanley Kwan o Peter Chan, pero si es una película repugnante, entonces van a ver una de Herman Yan…”
Aún a pesar de sentirse encasillado, con el paso del tiempo Yau se ha ido mostrando como un prolífero director que ha ganado su espacio en la cinematografía hongkonesa. Sin olvidar ese tono sombrío que le caracteriza sus últimas producciones han puesto el acento allí donde se representaba el lado más oscuro de la existencia. Sus personajes nihilistas se mueven en un mundo anárquico donde el caos se deja llevar por la violencia y viceversa.
Chaos, una de sus últimas producciones refleja ese tono pesimista y lúgubre de cara a un futuro incierto que es regido por el desconcierto y bajo una oscuridad que hace imposible que sus habitantes se nutran con los rayos del sol.


Chaos no es una película de acción, tampoco es una película futurista – aún a pesar de desarrollarse en el año 2046-, tampoco es una cinta independiente. Chaos, como su propio nombre indica es un caos de ideas, de géneros y de personajes, que se sustenta bajo un débil guión del que podemos entresacar algunas ideas muy interesantes.

Año 2046, Hong Kong se encuentra sumido en el desconcierto, el índice de delincuencia se ha elevado hasta el 50% de la población y las prisiones estatales no dan a basto para albergar a los fuera de la ley. El gobierno toma la medida de construir ciudades amuralladas – a modo de prisión- con el gobierno autónomo de los propios reclusos. Unos guetos conducidos por los propios internos que se convierten en focos dictatoriales conducidos por la ley del más fuerte.
Hasta una de esas prisiones amuralladas, en la que una vez que se entra nunca se puede salir conviven culpables con inocentes. Conviven reclusos que deben pagar su culpa con la sociedad, pero también inocentes como Yang que por ser la hija de una presa no ha conocido más vida que la del gueto.
Yang se queja de no haber conocido un pasado dónde el sol era brillante y tibio y donde la tristeza no había llegado para quedarse.

La llegada casual de un policía y un delincuente que chocan su automóvil con uno de los muros del gueto supondrá una vía de escape para Yang y su madre, así como su particular camino hacia la luz.
Independientemente de la debilidad del guión y de su desenlace, Chaos ofrece algunos interrogantes muy interesantes para el discurso. Para empezar, ¿ por qué Herman Yau sitúa la historia en el año 2046? Al margen de ser la mítica habitación en la que Wong Kar Wai reunía a sus personajes en Deseando amar, el año 2046 representa un año crucial en la historia de la excolonia. En este año se concluye, formalmente, la promesa que el gobierno chino ha hecho al gobierno de Hong Kong relativa a cincuenta años sin cambios. Es decir, ¿la fecha de 1997 – año de la devolución de la colonia británica a China- con todo el peso que cargó de incertidumbre y falta de identidad, se sustituye ahora en el año 2046?
Parece como si Herman Yau haya querido ser el primero en imaginarse un futuro, y a tenor de su película, nada halagüeño. La sociedad futurista que describe Yau está enmarcada en escenarios arrasados, dónde sus personajes han perdido la inocencia hasta el punto que los niños no tienen el derecho a ser niños. Son niños que roban pistolas y disparan por ellas. Es una sociedad que aísla a los delincuentes como focos de infección y se olvida hasta tal punto de ellos que ni siquiera desea gobernarlos, una sociedad dónde prevalece la ley de la supervivencia, una sociedad infectada por un virus mortal, en definitiva…una sociedad a la que se le prohíbe crecer con la vida de los rayos del sol.
¿Es esta la sociedad que nos adelanta Yau? O por el contrario ¿el director es fiel a su cine sombrío centrado en el lado más oscuro de la naturaleza humana?

Bien sea una visión de futuro, o bien la fidelidad mostrada hacia sus motivaciones, lo cierto es que Chaos refleja una realidad con la que Hong Kong convivió durante varias décadas. No debemos olvidar que muchas veces la realidad supera a la ficción y el actual barrio de Kowloon estuvo amurallado y fortificado desde comienzos del siglo XIX. Un curioso enclave chino dentro del Hong Kong británico. A tenor de sus murallas se fue creando en su interior un humilde barrio en el que el comercio y las tradiciones se fueron asentando. Según se fue introduciendo la delincuencia se fue convirtiendo en una ciudad sin ley donde los propios habitantes eran los que gobernaban y ejecutaban.
Una realidad muy parecida a la que podemos encontrar en Chaos.

Chaos nos ofrece una primera parte de personajes pasivos que aceptan su destino y que ante la muerte o el mortal virus sólo alegan: “…¿Qué importa si todos vamos a morir?...”, para pasar a una segunda parte en dónde la acción contagia a sus protagonistas en la lucha por escapar de un mundo de sombras en donde el caos gobierna la anarquía. La huída hacia un mundo lleno de luz es posible, pero antes su sociedad debe pasar por un mundo de oscuridad y violencia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lamento tener que decir qué, en el tema político, el gobierno chino no hizo ninguna promesa al gobierno de Hong Kong sobre 50 años sin cambios. El gobierno chino negoció un tratado con el gobierno británico, administrador de HK en aquella época por el que se comprometía a realizar esa transición hasta 2046.
Por tus palabras se da a entender que el gobierno de HK tiene algo que decir y no es así. De hecho, hoy por hoy es un ente autónomo, pero subordinado a la autoridad de Pekín. Todo lo demás son nacionalismos inutiles, puesto que no hay, de hecho, un nacionalismo hongkonés, salvo casos muy concretos y, en todo caso, pragmatismo.

nuria dijo...

gracias Anonimo por tu punto de vista.
Yo hablo de una película y de la mirada de un director
Un saludo

Anónimo dijo...

Lo entiendo, y tus críticas me parecen estupendas, y más para un cine tan poco valorado por aquí. No te lo tomes a mal, ni mucho menos lo he escrito en mal sentido, si se lee así lo siento, quizás me expresé mal.

Yo simplemente me refiero a qué en tema político el gobierno de HK no tiene nada que decir ni hay ninguna promesa de Pekín, China es un ente nacional y HK un ente sub-nacional. Es decir, subordinado a la autoridad del gobierno central por muchas cortinas de humo que haya. No sé cual es la posición de Yau, pero no creo que sea nacionalista hongkonés, no habría hecho algunas de las películas que ha hecho, seguro.

De todas maneras, repito si lo planteé mal o sonó así, lo lamento. No pretendía y menos en un blog tan exquisito como este, y no es peloteo, de verdad.

Un saludo.

Tetsu.

nuria dijo...

te agradezco muchísimo tus palabras, y por descontado que tomo buena nota de todas ellas.
Me alegra que te guste el blog

un saludo y espero verte por aquí
Nuria