domingo, 12 de septiembre de 2010

Quitting de Zhang Yang: ¿cuándo desciendes y te encuentras con el vacío, qué puede hacerte volver?


















El pasado cinco de julio la noticia de la muerte del actor chino Jia Honsheng, aún habiendo visionado Quitting, no dejaba de sorprendernos ni de entristecernos.
Honsheng decidió poner un punto y final a su vida tirándose desde el balcón de la casa que compartía con sus padres. Para muchos era el actor chino con la mirada más triste, para otros era un admirador de Brando y de la música de los Beatles. Lo cierto fue que éste actor, que conoció la fama a finales de los ochenta con películas de acción como, El caso de la serpiente plateada, Buenos días Pekín, y su gran éxito Shuzou river(
http://hongkongpasion.blogspot.com/search/label/Suzhou%20river%20de%20Lou%20Ye), reconoció frente a la cámara sus problemas con las drogas, sus alucinaciones y sus meses en un psiquiátrico para intentar reencontrarse.
Una buena terapia, reconocida por él mismo pero por desgracia no suficiente, fue el docudrama que rodó con su amigo el afamado director Zhang Yang (véase
http://hongkongpasion.blogspot.com/search/label/Sunflower%20de%20Zhang%20Yang), que se título Quitting (dejándolo).Su personal bajada a los infiernos fue interpretada en primera persona, así como por su familia y amigos, con una valentía tal que hoy nos ha quedado como un poderoso testimonio de una vida que buscaba más de lo que ésta le podía dar, y como panorámica de una época, el Pekín de los noventa, que se movía entre rebeldía, marginalidad y la del cultura rock.


Pero ¿quién fue Jia Honsheng? La película, Quitting, comienza con una serie de opiniones sobre el actor y su obra. Unos comentan: “para ser una actor joven de la época no lo hacía mal”, otros: “es un actor que no me gusta, siempre va de duro”, y los más osados se atreven a sentenciar: “este actor se drogaba, parecía que nada le importaba, le metieron en un psiquiátrico” .
La fachada de las personas siempre está expuesta a que los demás opinen sobre un rostro conocido que sale en la pantalla, pero la verdadera reflexión sobre quién era Jia Honsheng, tenía que venir por él mismo. Y por eso se mete en esta aventura consentida pues mirando a cámara y respondiendo al director, Zhang Yang, nos dice: “me vendrá bien para reflexionar sobre mi vida”
Así los personajes que aparecen en Quitting son reales, el propio Hongsheng, sus padres, su hermana y sus amigos. Tras seis meses de entrevistas con todos ellos Zhang Yang afronto uno de sus retos más experimentales a través de una narración a base de collages que combinaba los recuerdos, los diálogos, las entrevistas directas a la cámara, las confesiones y las recreaciones en una fusión perfecta entre ficción y realidad y entre cinematografía y teatro.

Jia se atreve a narrar sus primeros pasos en la droga y su descenso a una drogodependencia tal que cayó en las alucinaciones y en una pérdida de identidad de la que nunca se repuso.
Y en ese “viaje” dos núcleos clave: por un lado su familia como agente luchador para conseguir sanar a su hijo; y los amigos que contextualizan el Pekín de los años noventa.
En las escenas con su familia el director retoma una de las constantes en su cinematografía: las tensiones entre padre e hijo ( La ducha, o Sunflower) y la pérdida de la autoridad patriarcal en una sociedad que va hacia la modernidad.
En esta ocasión la dependencia de su hijo hace que el elemento emocional alcance las cotas de realidad necesarias para llegar a comprender todos los estadios por los que pasa esa familia: el amor hacia un hijo, el miedo hacia él, el esfuerzo por comprenderle, la desconfianza, e inclusive la desesperación y el desencanto.

Jia Hongsheng se mueve como uno de esos protagonistas del cine independiente chino de los años noventa, que pasea sus zancadas entre la marginalidad, el narcisimo, el cinismo y la desorientación, pero su atormentado viaje fue tan real que a pesar de lograr algunos balones de oxígeno su vida se vio abocada al suicidio.
Por otro lado una historia tan real no podía ser narrada bajo las fórmulas convencionales. Los giros experimentales que nos propone Zhang Yang se aferran a una creatividad no dogmática porque la historia en sí lo requiere. Quizá al cargar el acento en lo emocional la parte local, el paisaje urbano, queda desdibujado pero también se esboza un retrato generacional en la figura de su protagonista. Como homenaje a su trayectoria nos quedamos con las palabras que más repite en Quitting: “…Soy Jia, un actor que ama el rock, que ama a John Lennon. Yo quería ser un gran actor, yo quería tener un gran grupo de música. Pero soy simplemente una persona…”
Tras su muerte sus padres dijeron: “…Nuestro hijo está buscando su sueño. Deseémosle lo mejor y respetemos su decisión…”

No hay comentarios: