domingo, 28 de diciembre de 2008

The one armed swordman de Chang Cheh: la Shaw Brothers impone las reglas del wuxia en los setenta.



Bajo el término wuxia pian, que puede definirse como un género idiosincrásico en el imaginario chino, agrupamos todas aquellas películas que tradicionalmente denominamos de caballería dentro de un contexto de la China mítica. Un xia era un caballero andante que enarbolaba virtudes como la lealtad, la hermandad, la amistad, la valentía o la justa venganza, y que por añadidura contaba entre sus habilidades un perfecto entrenamiento para el combate con una técnica marcial impecable.
En los años veinte, las pantallas de la China continental se llenaban de caballeros errantes al margen de la ley que empuñaban la justicia como única arma en una sociedad donde la ley era pisoteada.
Más tarde en la década de los cuarenta Hong Kong y Taiwán tomaron el revelo del wuxia-pian otorgándole un nuevo registro al unir magia y fantasía a la historia del caballero andante. El guerrero tenía superpoderes, y las historias se aderezaban con efectos especiales de simple factura.
Entre los años sesenta y setenta, la poderosa productora Shaw Brothers, retomará el género y le dará otra vuelta de tuerca al eliminar la parte mágica de las historias, y al proyectar escenas de lucha con movimientos más realistas fusionados con las artes marciales.



Es la época de películas como The one armed swordsman (1967) que refleja un estilo y un argumento muy característico del wuxia elaborado por la Shaw Brothers.
La historia no tiene complejidad: un joven es aceptado como discípulo de un gran espadachín después de morir su padre, en acto heroico, por salvar la vida de su maestro.
Aún a pesar de su condición de sirviente el joven aprendiz se criará como uno de más entre el resto de discípulos. Por desgracia atraerá los celos de sus otros compañeros y, en especial, los de la hija del maestro espadachín que secretamente está enamorado de él y no es correspondida. En un acto de venganza, y en un momento en el que el protagonista está desprevenido, la joven despechada le seccionará un brazo.
A partir de este momento comenzará una nueva vida para nuestro héroe. Conocerá el verdadero amor al enamorarse de un aldeana, y lo que realmente subraya el director, llevará a cabo un exhaustivo entrenamiento para alcanzar la perfección en la lucha con la espada con una sola mano.

El director de esta película es el mítico Chang Chen, conocido por llevar a la Shaw Bother a la edad dorada de su trayectoria y por mitificar el género de las artes marciales.
A la hora de abordar su cinematografía encontramos una serie de pautas que podemos resumir en los siguientes puntos, y obviamente construyen el cuerpo de la película que nos ocupa: el argumento se centra en el héroe, muy preparado físicamente, que representa los valores de la lealtad y la férrea amistad. Dicha figura despliega los ideales del heroísmo. A pesar de sufrir tortura o estar herido nunca cede en su pelea contra el mal. La mujer, en todo este engranaje, está relegada a un segundo plano. Prevalece la amistad viril entre los hombres, y todo esto se enriquece con unas impactantes coreografías, diseñadas con el sello personal de dos grandes maestros que marcaron los patrones para este tipo de películas: Tang Chia y Lau Kar Leung.

En The one armed swordsman, como en muchas otras películas de la década, los conocimientos de las artes marciales se alían con las virtudes nobles del guerrero. Ahí quedan representados la lealtad incondicional hacia el maestro –rescata a su hija aun a pesar de haberle cortado su brazo derecho–, el control del sufrimiento, el afán de superación y la lucha a muerte contra el mal, y por encima de todo su resurgimiento como nuevo maestro manco de la espada.

El actor que encarnó al espadachín manco fue Jimmy Wang, muy conocido para los amantes de las artes marciales, pero eclipsado por estrellas venideras como Bruce Lee o Jackie Chan. Wang, muchas veces dirigido por Chang Cheh, marcó una época con películas como El asesino (1967), o Golden Swallow (1968) .... y muchos nos preguntamos porqué no llegó a relucir como las estrellas antes mencionadas. Sea una injusticia o no lo cierto es que para bien o para mal la sombra de Bruce Lee, antes y después de su descubrimiento, fue tremendamente alargada.

Lo cierto fue que Jimmy Wang, pero sobre la labor de Chang Cheh, amparados por la Shaw Bothers marcaron un género que se debilitó en los años ochenta con la llegada de la Nueva Ola, pero que sirvió de revulsivo para una nueva etapa de esplendor en el cine de la excolonia denominado Heroic bloodshed. Muchos de los estilemas del wuxia matizaron el cine negro más exhibicionista de Woo o Ringo Lam al respetar la noción del héroe leal, fiel a sus hermanos, y movido por una justa venganza.

En estas mismas décadas, y a modo de contrapartida, encontramos los wuxias del director King Hu, vinculado en sus orígenes con la Shaw Brothers, pero consagrado en su marcha a Taiwán con películas míticas como: Dragon Gate Inn (1967) o A touch of zen (1971). Su sello personal aportó una mirada al wuxia que serviría como puente para futuras producciones como la celebérrima Tigre y dragón de Ang Lee. Su visión más lírica junto con la combinación de fuerza y elegancia, con sus bellos paisajes y sus sutiles coreografías de luchas aéreas, nos presentaban a héroes que defendía más sus íntegros valores que las venganzas desmedidas.

Años más tarde con el wuxia del nuevo milenio el cine de Hong Kong asistió una redefinición del género con la entrada de la tecnología infográfica y con la nueva mirada de directores como Andrew Lau (Storm riders), Tsui Hark (Siete espadas)o Daniel Lee (El romance de los Tres Reinos)... pero eso ya es otra historia que nos ocupará algún que otro artículo.

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