El cine hongkonés está muy poco acostumbrado a un cine independiente que una el arte y ensayo con la acción característica de sus películas. Por ello la aparición de una obra como Ocean Flame, en el año 2008, fue toda una sorpresa para esos espectadores que- aún a pesar de abrir su universo y sus expectativas con lo mejor de Peter Chan o el más radical Fruit Chan- todavía les quedaba un poco lejos la obra de directores tan independientes, con una narración tan directa, como Liu Fendou.
A Fendou se le define como el enfant terrible del cine chino. Ya en sus primeros trabajos como guionista, sin ir más lejos firmó la historia de la aclamada película La ducha dirigida por Zhang Yang, mostró la mirada de la China contemporánea y su preocupación por los cambios de los valores tradicionales. Esa misma línea reposada, al mismo tiempo que apelativa, fue la que utilizó para dirigir su primer largometraje, Green Hat, que retoma una vieja tradición de la China antigua en donde el uso de un pañuelo verde en los burdeles era sinónimo de humillación. A raíz de esta costumbre, y ya en los tiempos modernos, ha quedado una expresión “ése usa un sombrero verde” para aquellos hombres que son engañados por sus esposas. Green Hat proyecta la vida de dos hombres, un ladrón y un policía, que se saben portadores de ese sombrero verde, y comparten su humillación y su rabia.
Su segunda, y hasta ahora ultima película Ocean Flame, está más ligada a esa línea independiente que une arthouse (cine de arte y ensayo) con las historias de tríadas del Hong Kong local. Curiosamente uno de los promotores de este tipo de cine en sus pantallas es el conocido actor Simon Yam, legendario héroe de muchas de sus películas de acción, que aparte de interpretar un papel secundario, ha sido el productor de esta interesante película.
Sin lugar a dudas Ocean Flame es un caso atípico de la cinematografía hongkonesa. La historia, basada en una obra del escritor chino Wang Shuo (del que recomendamos la lectura de Haz el favor de no llamarme humano, en dónde con un humor ácido se enfrenta a la China post Tiannamen), se centra en la historia de amor de Wang Yao, miembro menor de la tríada acostumbrado al robo y la extorsión, y Lichuan una cándida camarera que se entrega a su amor.
La narración, a través flash-backs, narra dos líneas paralelas que en un punto se unirán: el comienzo de una historia de amor y su evolución hacia la autodestrucción; y la historia de una venganza. Wang Yao sale de la cárcel y busca a Linchao con el deseo de cobrarse una deuda, para ello acude a la casa de ella y allí contará su historia a la madre y hermano de su amada.
La película refleja una constante: el enfrentamiento con el abismo. Hasta la propia estética de la película es la estética del abismo.
El abismo del océano que, a modo de profundidad grande e imponente, representa la caída de su amor hacia una hondonada que les produce quemazón y dolor. El abismo como sinónimo de infierno o castigo eterno que enmarca sus existencias nihilistas y autodestructivas, y el abismo como metáfora de separación insubsanable entre dos personas.
Él (Wang Yao) concibe la existencia como “la ley del más fuerte” y elige gustosamente el camino oscuro de la sociedad. Controla sus actos, no confía en nadie, y pone a prueba todo lo que le rodea, aunque a lo único que no está sujeto es a lo que experimenta con respecto a ella.
Ella (Linchuan) se enamora del enamoramiento. Se construye un paraje idílico en el que él es su caballero andante y hace oídos sordos a la realidad. Se preocupa más por experimentar sus sensaciones que por descubrir el contexto social en el que ha caído.
Por ello, Wang Yao, no duda en poner a prueba a Linchuan y le pide que sea una de sus prostitutas. Al ceder Linchuan, no sólo está entrando en una escala de corrupción, sino que su evolución pasa de una cándida inocencia a una calculada y perversa venganza. En ese camino el amor se sustituye por la manipulación o... ¿Quizá por un amor aún más desmedido?, ¿por un abismo aún más en llamas y más profundo? La negación de las emociones por parte de Wang Yao le sitúan en la rabia y la frustración más enfermiza, y el deseo de ella de aferrarse a él no es más que el reflejo de seres llenos de carencias y complejidades.
A Fendou se le define como el enfant terrible del cine chino. Ya en sus primeros trabajos como guionista, sin ir más lejos firmó la historia de la aclamada película La ducha dirigida por Zhang Yang, mostró la mirada de la China contemporánea y su preocupación por los cambios de los valores tradicionales. Esa misma línea reposada, al mismo tiempo que apelativa, fue la que utilizó para dirigir su primer largometraje, Green Hat, que retoma una vieja tradición de la China antigua en donde el uso de un pañuelo verde en los burdeles era sinónimo de humillación. A raíz de esta costumbre, y ya en los tiempos modernos, ha quedado una expresión “ése usa un sombrero verde” para aquellos hombres que son engañados por sus esposas. Green Hat proyecta la vida de dos hombres, un ladrón y un policía, que se saben portadores de ese sombrero verde, y comparten su humillación y su rabia.
Su segunda, y hasta ahora ultima película Ocean Flame, está más ligada a esa línea independiente que une arthouse (cine de arte y ensayo) con las historias de tríadas del Hong Kong local. Curiosamente uno de los promotores de este tipo de cine en sus pantallas es el conocido actor Simon Yam, legendario héroe de muchas de sus películas de acción, que aparte de interpretar un papel secundario, ha sido el productor de esta interesante película.
Sin lugar a dudas Ocean Flame es un caso atípico de la cinematografía hongkonesa. La historia, basada en una obra del escritor chino Wang Shuo (del que recomendamos la lectura de Haz el favor de no llamarme humano, en dónde con un humor ácido se enfrenta a la China post Tiannamen), se centra en la historia de amor de Wang Yao, miembro menor de la tríada acostumbrado al robo y la extorsión, y Lichuan una cándida camarera que se entrega a su amor.
La narración, a través flash-backs, narra dos líneas paralelas que en un punto se unirán: el comienzo de una historia de amor y su evolución hacia la autodestrucción; y la historia de una venganza. Wang Yao sale de la cárcel y busca a Linchao con el deseo de cobrarse una deuda, para ello acude a la casa de ella y allí contará su historia a la madre y hermano de su amada.
La película refleja una constante: el enfrentamiento con el abismo. Hasta la propia estética de la película es la estética del abismo.
El abismo del océano que, a modo de profundidad grande e imponente, representa la caída de su amor hacia una hondonada que les produce quemazón y dolor. El abismo como sinónimo de infierno o castigo eterno que enmarca sus existencias nihilistas y autodestructivas, y el abismo como metáfora de separación insubsanable entre dos personas.
Él (Wang Yao) concibe la existencia como “la ley del más fuerte” y elige gustosamente el camino oscuro de la sociedad. Controla sus actos, no confía en nadie, y pone a prueba todo lo que le rodea, aunque a lo único que no está sujeto es a lo que experimenta con respecto a ella.
Ella (Linchuan) se enamora del enamoramiento. Se construye un paraje idílico en el que él es su caballero andante y hace oídos sordos a la realidad. Se preocupa más por experimentar sus sensaciones que por descubrir el contexto social en el que ha caído.
Por ello, Wang Yao, no duda en poner a prueba a Linchuan y le pide que sea una de sus prostitutas. Al ceder Linchuan, no sólo está entrando en una escala de corrupción, sino que su evolución pasa de una cándida inocencia a una calculada y perversa venganza. En ese camino el amor se sustituye por la manipulación o... ¿Quizá por un amor aún más desmedido?, ¿por un abismo aún más en llamas y más profundo? La negación de las emociones por parte de Wang Yao le sitúan en la rabia y la frustración más enfermiza, y el deseo de ella de aferrarse a él no es más que el reflejo de seres llenos de carencias y complejidades.
La película de Liu Fendou carece de lirismo porque la novela de Wang Shao expone un estilo directo, que sin ningún tipo de temor, se adentra en las contradicciones de su sociedad. Su gran capacidad crítica y corrosiva le hizo retratar los ambientes de delincuencia de su entorno, al mismo tiempo que mediante la ironía ha criticado el alto autoritarismo de régimen chino. ¿Podemos entresacar en Ocean Flame un intento por mostrar esos seres “enfermos” que la férrea autoridad puede estar convirtiendo a sus habitantes?
(Escena de Ocean Flame con Simon Yam productor de la película)
La complejidad, que tanto Wang Shao como Fendou exponen en sus protagonistas, nos abre las puertas a un país que experimenta sus propios conflictos, sus propias delimitaciones y sus grandes frustraciones. Son seres que viven entre la decadencia, la inseguridad y el temor...en definitiva son personas, que en medio del amor y la venganza, se sumergen en un mundo encuadrado por “la ley del más fuerte” y la autodestrucción más cruel.
3 comentarios:
Muchísimas gracias Oz.
Además viiniendo de alguién que tiene un blog tan completo es todo un honor que digas que te gusta el blog.
He echado un vistazo al tuyo, prometo hacerlo con mayor detenimiento, y me parece completísimo.
Precisamente el año pasado participé en unas charlas que daba la Universidad de Navarra sobre la reprecusión de Bruce Lee en el cine de acción y es increíble las múltiples huellas que ha dejado. sin ir más lejos la figura de Ken Lo (la entrada que he leído).
Además he visto que empiezas por los dos grandes Jackie Chan y Bruce Lee...
Oz, enhorabuena de verdad. Tu blog ya está puesto en mis favoritos. Y lo leeré con detenimiento.
Bienvenido y hasta muy pronto.
Un saludo
Nuria
Hola!, muy buen blog. Te sigo y agrego a mi blogroll.
Saludos
Muchas gracias.
Sé bienvenido y espero verte por aquí.
Un saludo
Nuria
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