La mayoría de las críticas que se acercan a una película tan fantástica e inquietante como Suzhou river, matizan la influencia de Wong Kar Wai. Sin lugar a dudas que este director ha ido dejando su huella en la obra de muchos de sus colegas, pero es de justicia señalar que Lou Ye tiene identidad como para crear una historia en la que, quizá hallemos la esencia de ese universo tan particular de Kar Wai, pero también el peso suficiente como para hablar de un director que tiene personalidad propia y una mirada cercana a la Sexta Generación del cine chino. Pues las motivaciones de Lou Ye siempre han estado más cercanas a esa denominada “generación Urbana” en la que un grupo heterogéneos de directores se acercaban al dinamismo social y urbano en los años noventa.
Nacido en Shangai en el año 1965, sus películas afrontan una nueva concepción de la mirada donde la cuidad es epicentro de transformaciones y el relato convencional se transforma en una narración fragmentada con un lenguaje posmoderno. El retrato íntimo de seres insatisfechos, que convivan con sus pasiones y sus frustraciones, será una de las constantes en su cinematografía subrayando unos seres oscuros en una realidad sombría.
Lou Ye ha luchado por un cine independiente, inclusive ha fundado la compañía Dream Factory, una de las primeras productoras autónomas de China, cuya primera película fue Suzhou River, premiada en el Festival de Rótterdam. A Lou Ye, entre otras muchas cosas, se le debe reconocer que aún a pesar de una tímida influencia wongkarwairiana (si se me permite el término), expone una línea valiente e innovadora propia del que construye su mirada desde la independencia y la ruptura.
El río Suzhou es la gran artería que pasa por el centro del Shangai. Ganarse el dinero en esa ciudad es bastante complicado, por eso los trabajos más sorprendentes tienen cabida en su contorno. La historia comienza con la narración de un camarógrafo que se gana la vida rodando videos “caseros”. Cualquier boda, evento o celebración puede ser recogido por el ojo de su cámara. Y como arteria que da vida a la urbe, el río Suzhou está presente en sus filmaciones.
Con un tono documental la imagen subjetiva de la cámara en mano nos presenta al gran protagonista de esta historia de amor: su río. Pero antes de hablar de pasiones y frustraciones, el río que se alimenta de Shangai, o Shangai de él, aparece como un núcleo sombrío en donde convive el esfuerzo, el trabajo, el amor y también la soledad.
Es un río que ha sido testigo de las transformaciones de una ciudad, del paso hacia su modernidad, y que está pagando un precio demasiado caro porque parece que la ciudad se ha ido olvidando de él.Nacido en Shangai en el año 1965, sus películas afrontan una nueva concepción de la mirada donde la cuidad es epicentro de transformaciones y el relato convencional se transforma en una narración fragmentada con un lenguaje posmoderno. El retrato íntimo de seres insatisfechos, que convivan con sus pasiones y sus frustraciones, será una de las constantes en su cinematografía subrayando unos seres oscuros en una realidad sombría.
Lou Ye ha luchado por un cine independiente, inclusive ha fundado la compañía Dream Factory, una de las primeras productoras autónomas de China, cuya primera película fue Suzhou River, premiada en el Festival de Rótterdam. A Lou Ye, entre otras muchas cosas, se le debe reconocer que aún a pesar de una tímida influencia wongkarwairiana (si se me permite el término), expone una línea valiente e innovadora propia del que construye su mirada desde la independencia y la ruptura.
El río Suzhou es la gran artería que pasa por el centro del Shangai. Ganarse el dinero en esa ciudad es bastante complicado, por eso los trabajos más sorprendentes tienen cabida en su contorno. La historia comienza con la narración de un camarógrafo que se gana la vida rodando videos “caseros”. Cualquier boda, evento o celebración puede ser recogido por el ojo de su cámara. Y como arteria que da vida a la urbe, el río Suzhou está presente en sus filmaciones.
Con un tono documental la imagen subjetiva de la cámara en mano nos presenta al gran protagonista de esta historia de amor: su río. Pero antes de hablar de pasiones y frustraciones, el río que se alimenta de Shangai, o Shangai de él, aparece como un núcleo sombrío en donde convive el esfuerzo, el trabajo, el amor y también la soledad.
Así lo expresa el camarógrafo “si no te gusta lo que ves piensa que la cámara no miente”. Contundente frase que lleva implícita la lucha de un grupo determinado de cineastas por hacer visible lo invisible. No deja de ser significativo que esa frase sirviese como slogan para el movimiento documentalista de la década de los noventa, que se propuso crear una nueva ética de la mirada basada en un realismo inmediato.
Pero en ese río, pozo de realidad, también alberga a sirenas. Una fusión perfecta de realismo y romanticismo que le sirve a Lou Ye para trenzar una inquietante historia de amor narrada por dos hombres: el camarógrafo al cuál nunca veremos el rostro, sólo la imagen que el proyecta, y Mardar joven arrabalero que ama y se obsesiona por una sirena. La narración fragmentada cuenta con la voz en off del productor de videos (elemento por el que mayormente se ha vinculado esta película con el cine de Wong Kar Wai, además de por el binomio amor-frustracción). Él nos explica que en uno de sus trabajos acepta ir a un local para filmar el show de una sirena. El amor, entre la actriz que hace de sirena y él, surgirá nada más conocerse, pero ¿es esta la misma chica que se tiró al río Suzhou y prometió regresar como sirena para reencontrarse con su amor Mardar (el joven de los negocios ilícitos)?
Este será un juego en el que el espectador es partícipe y la identidad se confundirá con las máscaras posmodernas de la sociedad. Es decir ¿Estamos ante lo queremos mostrar de nosotros mismos, o ante lo que somos realmente?, o ¿puede existir una sirena en una realidad tan descarnada?
Por qué no, ¿porque no se puede dar paso a lo onírico en una sociedad que se encamina hacia la modernidad, a veces con las mismas pérdidas que con los mismos logros?
Lou Ye decide mostrarnos Shangai, no como escaparate de la modernidad, sino que se decanta por la realidad más inminente, pero aún a pesar de esa cotidianidad da margen a la ensoñación y al amor. Los bajos fondos de Shangai enmarcan la historia de una bella obsesión entre Mardar y su sirena, sin omitir peleas, chantajes, secuestros y extorsiones. Los personajes están atrapados en torno a ese río pero sus sueños pueden volar hacia mundo oníricos.
¿Una sirena en el río Suzhou? Cómo ha dicho Lou Ye: “...y por qué no...”
4 comentarios:
Lo primero de todo felicitarte por tu estupendo blog, tus críticas son muy interesantes y sirven como un diálogo imaginario para cuando vemos a solas la película y no hay con quien comentarla en un bar solitario a medianoche...
Una cosa sobre los nombres de la película, sin caer en pedantería: el mensajero se llama MaDa (马达)que significa motor, la chica MuDan (牡丹) que significa peonía y MeiMei (美美) que significa hermosa.
Al leer lo de Mardar (pese a IMDB y a wikipedia) me ha chocado un poco, me sonaba a esloveno más que a chino.
Voy a seguir viendo la película y comento algo con más contenido.
Un saludo
Bienvenido Kuafu
Y muchas gracias por tus palabras, me dan mucho ánimo.
Comentar, analizar y, en definitiva, saborear una película es uno de los placeres de la vida. Así que espero que este siga siendo el rincón para los que nos apasionamos con este cine.
Ya me dirás más cosas de Suzhou River.
Un abrazo
Nuria
(acabo de terminar de ver Suzhou river en el tudou, no es como ir al cine pero es el mejor videoclub chino del barrio...)
- ¿ me buscarías durante toda tu vida?
- sí.
- ¿me buscarías hasta la muerte?
- sí.
- MIENTES!
Entonces se da cuenta de que nada dura para siempre.Ella se marcha pero él no ira a buscarla. Todo ha terminado y sólo queda esperar un nuevo amor.
Sin haber visto más películas de Lou Ye, no me parece que se relacione mucho con el preciosismo estético de WKW. Su propuesta estilística resulta mucho más cercana a los autores independientes de la sexta generación atenta al pulso urbano, cámara en mano dubitativa, sonido ambiental e imperfecto y estilo documental. Me ha recordado por momentos a Shanxia Haoren de Jia Zhangke, porque sus personajes también buscan un amor extraviado y tiene como telón de fondo un río.
Por cierto espero con ganas una crítica de alguna película de Jia Zhangke, algunas sugerencias: Plataforma, Mundo o Los placeres desconocidos.
Un saludo
Y hasta la próxima película.
Uf Jia Zhangke, ¡eso son palabras mayores¡ Me quedé impactada con Naturaleza muerta.
Por supuesto que tomo nota para futuras entradas.
Un saludo
Y hasta muy pronto
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