lunes, 29 de marzo de 2010

Prison on fire de Ringo Lam: pesadillas enjauladas








Si John Woo es uno de los padres indiscutibles del heroic bloodshed (derramamiento de sangre herórico), Ringo Lam le sigue muy cerca. Sin lugar a dudas, no nos podemos acercar a las explosiones cinematográficas que surgieron en el Hong Kong de los años ochenta sin aproximarnos a películas míticas como The killer (The killer de John Woo: la poética de la violencia) , o Sangre, honor y plomo de Woo, o City on fire de Ringo Lam. Tomando de la realidad su lado más coreográfico y violento ambos directores, cada uno con sus matices, se alejaron de la descarnada Primera Ola del cine hongkonés para crear un nuevo lenguaje cinematográfico.
En concreto Ringo Lam comenzó su carrera en el año 1973 en el seno de TVB (televisión ligada con los potentes estudios de la Shaw Brothers) dentro del programa para la formación de jóvenes actores. Allí conoció a su amigo Chow Yun Fat al que más tarde dirigió en varias ocasiones. Al darse cuenta de que la interpretación no era su camino se marchó a estudiar cine a Canadá en la Escuela de la Universidad de York, regresando a los pocos meses a su Hong Kong natal donde comenzó a dirigir películas banales como Esprit d´amour o comedias de fantasmas típicas de la década de los ochenta (Ace go places 4).
Películas, no obstante, que tuvieron el beneplácito del público y que le allanaron el camino para sus producciones más conocidas dentro del pleno apogeo del heroic bloodshed como City on fire o Prison on fire (1987). Sus escenarios en llamas nos presentaban una realidad que parecía nacer de las profundas pesadillas de los sueños de Lam.



Prison on fire describe una tópica historia carcelaria basada en la amistad de dos reclusos que deberán hacer frente a las adversidades capitaneadas por el sádico policía que les vigila. La amistad que se establece entre un preso recién ingresado, condenado por muerte accidental, (Tony Leung kar Fai) y un veterano recluso (un carismático Chow Yun Fat) es el argumento sobre el que se teje las llamas que posteriormente saltarán.

Aunque lo trillado del discurso no debe ser un impedimento para analizar las novedades con la que Prison on fire nos sorprendió en la fecha de su estreno.
Al igual que en su anterior película City on fire, donde la ciudad adquiría el protagonismo de un todo por encima de sus personajes principales, ahora la prisión toma el relevo de la ciudad, convirtiéndose en un microcosmos que enjaula a sus personajes mediante opresivas condiciones físicas y psicológicas que no hacen sino dejar a la vista las pesadillas reales que puede tener una sociedad.
El escenario en sí, no olvidemos que Prison on fire, fue rodada en una cárcel real, es descrito por Chow Yun Fat como “...un gran zoo lleno de distintos animales...” Por eso a ese microuniverso se trasladas todas las enfermedades de su sociedad. La guerra entre tríadas se hace aún más feroz cuando las personas están enjauladas y la resistencia antes las torturas psicológicas adquieren una mayor tensión cuando la frustración se mezcla con la ira del ser humano.
Por ello cuando en un determinado momento del metraje, el personaje de Tony Leung, catalizador de problemas a pesar de intentar mantenerse al margen, explota es porque su ingenuidad se ha visto rebosada por su ira y solamente la experiencia de Chow Yun Fat conseguirá aplacarle.

El eslabón siguiente es cuando la experiencia del recluso veterano también es atacada hasta límites incomprensibles y su explosión se traduce en una violenta escena entre el preso y el policía. Es aquí cuando la película adquiere tintes del heroic bloodhed más violento al margen de las coreografías típicas de John Woo.
Lam se interesa por los conflictos morales dentro de la acción más explosiva y analiza por igual el irracional flujo de la violencia,- tanto por parte del policía como del recluso- la desesperación del ser humano y el sentimiento de su propia culpa.
Ringo Lam denomina a sus películas, sobre todo a su trilogía compuesta por City on fire, Prison on fire y School on fire, docudramas intensos y realistas donde la ficción se confunde con la realidad. La vida parece chocar ante su cámara y si John Woo se mueve más entre los sueños oníricos más estilistas de la representación de la violencia, Ringo Lam nos aproxima al mundo de sus pesadillas.

Algunos autores han querido ver en Prison on fire una posible alegoría política por la confrontación entre los distintos grupos que se representan en la película, protagonizados por las distintas bandas de tríadas. Distintos grupos, con sus distintos intereses, que también se veían claramente en la sociedad de los años ochenta que avanzaba irremediable ante un futuro incierto con la devolución de la colonia a la China continental.
Con Prison on fire asistimos al más crudo y tortuoso heroic bloodshed, al mismo tiempo que se nos presenta un retrato pesimista de su sociedad. Lam juega con los límites psicológicos del ser humano, sin olvidarse de algunos asideros como la amistad o el sentido del humor que hacen más llevaderos su encarcelamiento opresivo. Por ello, Prison on fire muestra los brotes de la violencia a raíz de sus sentimientos y la comprensible falta de control sobre ellos.

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