domingo, 4 de abril de 2010

Red Cliff de John Woo: el gobernante puede exigir obediencia, pero debe velar por su pueblo como por un hijo.










La vuelta del hijo pródigo, John Woo, a la cinematografía hongkonesa ha dado como resultado un fascinante fresco de batallas legendarias y héroes míticos en el marco de los últimos años de la dinastía Han. Teniendo como fuentes los registros históricos de la Crónica de los Tres Reinos, y la batalla del Acantilado Rojo que se narra en uno de los capítulos del Romance de los Tres Reinos ( escrito por Luo Guanzhong a finales del siglo XIII), Woo ha querido trasladar a la pantalla uno de los episodios más respetados por la tradición China.
Concebido como un díptico de más de cinco horas de duración Woo enlaza su particular sello con lo mejor de la narración épica. Quién se conforme con los 131 minutos de la mutilada versión para las salas occidentales no paladeará una obra minuciosa, donde la contemplación y el cultivo del espíritu del guerrero tiene el mismo peso que sus estrategias en la lucha.
Woo retoma all héroe épico y lo entronca con la iconografía que nos tenía acostumbrada la Shaw Brothers. Lo mejor de los wuxias de Cheng Chang cobran vida entre las plásticas y coreografiadas batallas del Acantilado Rojo. Estamos ante héroes románticos, guerreros, carismáticos y con gran sentido del honor que se alían con el fin de detener a un villano que no conoce esos códigos (Cao- Cao).



Tanto para John Woo como para su director artístico (Tim Yip) la película Red Cliff nació bajo dos premisas muy exactas. Por un lado querían hacer un espectáculo a gran escala con una atmósfera de fantasía similar a la que existe en la pintura clásica china; y por otro deseaban llevarlo a escena bajo el detallismo y la minuciosidad. Para ello estuvieron varios meses profundizando en todo lo relativo a este período histórico.


Red Cliff resuma minuciosidad desde la milimetrada puesta en escena con las batallas a gran escala, hasta la cuidada e intensa interpretación de sus actores. La historia se remonta a los últimos años de la dinastía Han cuando su intrigante Primer Ministro (Cao Cao, un convincente Zhang Fengyi) se aprovecha de la debilidad del monarca para lanzar una ofensiva contra el Sur y anexionar sus terrotorios. Las tierras del Sur reaccionan mediante la alianza entre los hombres de Liu Bei y el Reino de Wu con su mítico comandante Zhou Yu (un impecable Tony Leung Chi Wai).
Con la unión de estos hombres, sus cabecillas y sus generales ( con especial atención a Hu Jun como Zhao Yun), John Woo compone su característico universo masculino donde sus códigos de honor sobresalen por encima de cualquier debilidad humana, y donde, en ambos bandos, se reconoce la valentía y el coraje del oponente.
El héroe que retoma Woo de su iconografía cinematográfica, se enriquece con el detallismo contemplativo (parejo con los wuxias de Zhang Yimou como es el caso de El secreto de la flor dorada) con el que enmarca a sus guerreros. Así Zhou You (Tony Leung) no pierde ni una pizca de su gallardía aún a pesar de ser un declarado amante de la música y de la belleza. El director expone cómo el cultivo del espíritu está parejo con el cultivo del cuerpo. Los movimientos líricos y sutiles que observamos en nuestros héroes no desmerecen con la fiereza y la crueldad que exhiben en la batalla.

La película, a su vez, demuestra el virtuosismo de las tácticas militares. Las estrategias, que parecen salir del legendario título El arte de la guerra, escrito por Sun Tzu aproximadamente en el siglo V a.c , son un espectáculo que llena de emoción y de estética la pantalla. Con una puesta en escena milimetrada y con una coreografía que consigue que el espectador no parpadee, asistimos a algunas de las tácticas que Sun Tzu dejó plasmadas en su obra. Tanto en las batallas por tierra como por mar, en las que “los tigres pueden nadar” (frase que proclama Cao Cao confiado en su victoria), la táctica militar pasa a ser un fresco bélico y poético.
Sun Tzu en el capítulo dedicado a las operaciones militares, ya comentaba que “ el perfecto estratega parte con sus propios recursos y se abastece de las provisiones de sus enemigos, de modo que el avituallamiento de las tropas queda asegurado”. ¿No es consciente esto el asesor militar de Liu Bei (Zhuge Liang interpretado por Takeshi Kaneshiro) cuando, mediante su agudo ingenio, deja sin flechas al ejército de Cao Cao.
Pero vayamos un poco más allá pues Sun Tzu también comenta: “ Quien conoce al enemigo y se conoce a sí mismo disputa cien combates sin peligro”. ¿No estamos ante un guión que se basa continuamente en adelantarse a las tácticas del enemigo porque, los señores del Sur, conocen sus fuerzas y aprecian la inteligencia de su rival? Y por último, en el capítulo diez, se subraya la importancia de la configuración del terreno y los obstáculos naturales, palabras que nos sitúan en el desenlace de la película y el protagonismo de una ráfaga de viento junto con el de una mujer. Por otro lado no debemos olvidar que Red Cliff se ubica a finales de la Dinastía Han que en su desarrollo experimentó un gran auge del confucianismo siendo adoptado como religión oficial. De ello se desprende la preocupación por la naturaleza humana y el reflejo de la bondad innata que encontramos en las personas (recordemos la escena en la Lui Bei teje alpargatas para todo su ejército, o el honor que muestran los aliados del Sur frente a las argucias de Cao-Cao). A su vez, para la filosofía confuciana y como se refleja en los reinos del Sur, un buen gobernante era aquel que podía exigir obediencia a su ejército y a su pueblo, como un padre a su hijo, pero también debía velar por éste como por un hijo.

Woo ha retornado con una superproducción que alía sangre y plasticidad. Fiel a su estilo disfrutamos con el ralentí de su cámara, el uso de los primeros planos, los cara a cara en las escenas de lucha, sus características coreografías...y alguna que otra paloma, pero lo espectacular se torna épico y lo lírico se fusiona con lo contemplativo.

4 comentarios:

Adrián Cano dijo...

¡Genial Nuria! ¡Ésta semana me veo las dos partes!

nuria dijo...

Adriiii!!!
Qué ilusión tenerte por estos lares.
Ponte cómodo y ya me cuenta qué te parecen las casi cinco horas
Un besete

Nuria

Mariola dijo...

Yo me quedo con Hu Jun dando caña de España (bueno, de chinorris) y con el moñito de Super Tony!!!
Un beso, guapa, que como siempre te sales!

nuria dijo...

Eyyyy qué ilusión leerte por aquí
Tu sí que sabes Mariola
Ay qué bien nos lo pasamos con las guerrillas entre los tres reinos, verdad?
Un beso gordo y hasta la próxima