domingo, 21 de marzo de 2010

The happenings de Yim Ho: la noche es larga, adusta y helada








La juventud, su falta de identidad, y su estado errante por una sociedad que no reconocían como suya, fue uno de los retratos más crudos y realistas que la Primera Ola del cine hongkonés, en la década de los setenta, dejó plasmado en sus películas.
Si en Nomad de Patrick Tam fuimos testigos de las andanzas de unos adolescentes perdidos en su sociedad, si Ann Hui (véase Boat people de Ann Hui: la fotografía más cruda de la realidad )giraba su mirada hacia los problemas de la emigración por su falta de identidad y ubicación, e inclusive Tsui Hark (Dangerous Encounter of the 1st Kind (Don´t play with fire) de Tsui Hark: violento realismo urbano ), en una alarde experimental, jugaba con explosivos en manos de los muchachos, en The Happenings, segunda película de Yim Ho, daba otra vuelta de tuerca y nos presentaba a una juventud desangelada y hastiada que sólo pretendía divertirse.
Lo original de The happenings radicó en la propia apatía de sus protagonistas. Su pandilla no pretendía encontrar un camino, ni mucho menos destruir su sociedad – con o sin explosivos- sino simplemente querían dejarse llevar, pero jugar con los límites trae como consecuencia que sea la sociedad quién les explote a ellos y no viceversa.
Al igual que Ann Hui, Yim Ho, realizó sus estudios de cine en Londres y al regresar a su Hong Kong natal entró a formar parte de la plantilla de la cadena de televisión TVB como guionista, productor y director. Allí aprendió el lenguaje televisivo y trasladó a sus primeras obras ese estilo directo y contundente en el montaje.
The happenings se ha convertido en uno de los referentes indiscutibles a la hora de analizar el cine de la Primera Ola con sus motivaciones y su planteamientos.



La acción de The happenings transcurre en una sola noche. Una noche, tal como dice la letra de la canción que se escucha de fondo, larga, adusta y helada, y en ella un grupo de amigos van a experimentar un viaje hacia los abismos.
Las risas con las que Yim Ho abre su película no presagian la pesadilla que van a vivir sus protagonistas. Como cualquier noche, la pandilla se reune en la discoteca cargada de luces de neón y rincones oscuros, y allí bailan, ríen y no se preocupan de nada más.

Tras salir de la discoteca, la noche comienza, más aún cuando uno de ellos descubre que un conductor se ha dejado las llaves puestas en el coche, y deciden lanzarse a la aventura de la carretera.
Tras parar en una gasolinera para repostar, sin tener dinero para pagar, deciden asaltar a los empleados y lo que en un principio iba a ser una agresión se convierte en un asesinato.

Yim ho desarrolla la acción en torno a tres escenarios puntuales: la discoteca , centro de evasión de la juventud dónde lo onírico se entremezcla con los sueños. Por ello una de las chicas de la pandilla comenta: “...algún día seré famosa...”; la gasolinera, lugar neurálgico donde se centra todo el drama; y el apartamento donde intentan huir y esconderse.
Pero si hemos aludido a la discoteca como evasión, la gasolinera será la pérdida de sus límites y el comienzo de su bajada a los infiernos. La mirada se recrudece para mostrarnos lo que unos jóvenes sin rumbo son capaces de hacer. A partir de ese momento los amigos se demostrarán unos a otros que no lo son. La deslealtad, la fuga de uno de ellos, y la total falta de planes para intentar escapar no hará sino aumentar la espiral de violencia, de orfandad e, inclusive, de sadismo en la que se ven envueltos.

Los personajes simplemente son arrastrados por los acontecimientos, no hay solidaridad, ni hay culpa, y ninguno de ellos puede explicar con claridad lo que es correcto o incorrecto. Cada acción tiene sus consecuencias, pero nada está premeditado, su deriva les empuja hasta el último escenario: el bloque de apartamentos en donde encontraran el trágico final a su aventura.

No cabe duda que The happenings fue un experimento para su director, el propio Yim Ho lo ha comentado en varias entrevistas: “...mis primeras películas fueron experimentales. Yo no entendía lo que era hacer películas hasta que llegó Homecoming...”

Pero siendo justo hay que darle a The happenings la importancia que se merece. Primero porque Yim Ho fue valiente al mostrar la apatía de su juventud sin ningún tipo de motivación adjunta, y segundo porque a través de sus personajes, Ho, realizó un interesantísimo ejercicio de introspección del ser humano, ¿dónde están los límites? ¿cuándo comienza la defensa y cuándo se entromete la locura?, ¿se puede confiar en las personas en el abismo de las pasiones? O ¿todo es tan fácil como dejarse llevar por los acontecimientos?
Mediante un relato directo y crudo Yim Ho nos muestra a la sociedad hongkonesa de finales de los setenta con una juventud en un estadio por debajo del descontento. Una juventud que vive una larga noche y que , continuando con la letra de la canción que se escucha en la película, “...debe haber un camino en algún lugar...”, sin esperanzas de encontrar una salida.

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