domingo, 18 de abril de 2010

Night corridor de Julian Lee: el sueño de la razón produce monstruos









Con más de cincuenta novelas escritas y una reputada labor gráfica, Julian Lee decidió llevar a la gran pantalla una de sus más conocidas historias: Night corridor. Alejado de cualquier atisbo comercial su incursión en el cine independiente, con esta su segunda película, planeaba sobre las mismas constantes que hallamos en su obra escrita: un claro acento autobiográfico, la melancolía de los recuerdos, y la fuerza del mal como una presencia que delimita la existencia.
Con Night corridor Lee va más allá y se enfrenta con sus propios fantasmas y sus oscuras pesadillas.
En la actualidad Julian Lee, con nacionalidad inglesa, es profesor de la City University de Hong Kong e imparte clases de fotografía, cine y escritura. Defensor de un cine independiente, aboga por el desarrollo de historias íntimas que provoquen en el espectador un efecto artístico y simbólico. Por su trayectoria puede presumir de haber trabajado con los puntales del cine posmoderno hongkonés pues fue ayudante de fotografía para Wong Kar Wai en Happy Together y Stanley Kwan colaboró estrechamente en su primera película The accident realizando las labores de productor.
En Nignt corridor encontramos muchas referencias a su paisaje personal, y sobre todo, un deseo de llevar el cine al escalón de lo artístico.



¿Qué ocurre cuando en una historia encontramos una mezcolanza de tabúes sociales que son barajados desde la introspección y el descenso al mundo de las pesadillas? Pues que para algunos directores, como Julian Lee, su película responde a una serie de cuestiones personales que se trasladan al celuloide como si de un lienzo se tratara.
Lee nos pone sobre el tapete una serie de emociones, una serie de ráfagas de sensaciones, que más que hilvanar una historia nos transmiten inquietudes y alucinaciones oníricas.

No obstante durante los primeros veinte minutos el director presenta a unos personajes con la intención de narrar una historia. Sam Yuen, interpretado por Daniel Wu que también hace las veces de co-productor de la película, es un fotógrafo afamado que reside en Londres. La noche antes de recibir un premio, por su trabajo, recibe una llamada que le comunica que su hermano gemelo se encuentra en estado de coma. En ese momento deberá tomar la gran decisión: seguir en Londres alejado de un entorno familiar del cual deducimos que ha sido problemático, o regresar a Hong Kong y enfrentarse con sus fantasmas.
El reencuentro para Sam no deja de ser conflictivo, pues el director sin ningún tipo de intervalo nos presenta las reprimidas cuestiones sociales a las que se ha tenido que enfrentar su protagonista. Cuando Sam llega a Hong Kong le invade la melancolía adjunta a sus recuerdos pero también se encuentra con una madre alcohólica que prefería a su hermano, un hermano que le había suplantado la personalidad antes de morir, un padrastro foráneo, un cura que abusaba de él de pequeño, y un amigo al que siempre ha desea y le rechaza, un hermano que muere por el ataque de los monos...

Demasiadas tramas para que el guión sea consistente y no se nos vaya al mundo de las metáforas. Tanto es así que, efectivamente, una vez que se nos presenta este marco la historia toma los derroteros del mundo de las pesadillas donde la oscuridad le gana la partida a la luz, y la fuerza del mal adquiere la presencia necesaria para hacernos partícipe de lo fantástico.
A este respecto Julian Lee ha comentado: “...en mis películas mi primera intención es retratar la melancolía y la segunda reflejar lo fantástico. Ambas forman parte de mi, por un lado está mi parte más sútil más refinada con la vuelta a mis recuerdos, y por otro lado expreso mi rabia y mi ira hacia ellos...”

Una de las cuestiones más interesantes de la película lo encontramos en la evolución del personaje de Sam, cómo una persona introvertida puede llegar a explotar – precisamente- por esa ira y esa rabia contenida. Pero dicha explosión, sobre todo cuando es consciente del poder que le da tener una pistola en sus manos, ¿ se da en el mundo de las pesadillas o en el mundo de la realidad? O como dice la leyenda de ese famoso grabado de la serie de los caprichos de Goya ¿el sueño de la razón produce monstruos? ¿Estamos, por tanto, ante una historia real o ante una pesadilla de Sam? Lo más próximo a la realidad es apuntar que en Ninght corridor entramos en el mundo de los sueños, pero un mundo que pertenece a su director. Con esta película entramos en las visiones de Julian Lee, y para ello se vale de sus más íntimas influencias: el mundo del arte con el cuadro de Fuseli que se titula “Pesadilla”, sus referentes literarios, y la obra de directores como David Lynch o Polanski poseedores de su propio universo.

Por otro lado la película –sutilmente- nos habla de la identidad perdida de la excolonia y el intento, por parte de Lee, de reencontrarse con las huellas del Hong Kong colonial. Quizá por ello el viejo, e inquietante bibliotecario, que no es otro que el diablo le retiene el pasaporte británico a Sam, ¿podemos pensar que es China, la “nueva dueña de Hong Kong”, el diablo? No nos lo deja claro su director pero parafraseando sus palabras Lee comentó: “...He tratado de encontrar de nuevo a la colonia de Hong Kong para compensar el tiempo perdido. Hong Kong, en su retorno a China, ha cambiado realmente y ha sido para peor...”

Night corridor examina y reflexiona sobre los fantasmas personales de su director. De la racionalidad se transita hacia la irracionalidad, la parte más introvertida del ser humano se transforma en una explosión de ira, y la realidad se convierte en una pesadilla, ¿o es al revés?

No hay comentarios: