domingo, 20 de marzo de 2011

Portland Street Blues de Raymond Yip: una mujer en un mundo de hombres












El impulso de Young and Dangerous (véasé http://hongkongpasion.blogspot.com/2010/12/young-and-dangerous-de-andrew-lau-la.html ) en el panorama cinematográfico hongkonés fue tal que bien desde la alabanza o por el mero hecho de aprovechar el mercado, creó una auténtica escuela en la que fueron sucediéndose una cadena de secuelas que en gran medida revitalizaron, para el gran público, un género tan local como el cine de tríadas en la década de los noventa.
Así que no nos sorprende que cuando el filón de Young and dangerous llegó a su fin, sólo hay que recordar a Ugly Kawn http://hongkongpasion.blogspot.com/2009/08/once-upon-time-in-triad-society-de-cha.html,otro spin off glorioso pero inserto en esa línea se secuela ávida de aprovechar el tirón de un carro que ya estaba dando los último impulsos, que el último intento se centrase en el desarrollo de la mujer como parte activa dentro de la tríada.
Nos referimos a Portland Street Blues, película de finales de década (1997) donde la mujer, toma el revelo de los jóvenes muchachos triadescos. La protagonista, Trece, es un personaje que aparece en la cuarta y quinta entrega de la saga de Young and Dangerous donde era una rareza que ésta se inmiscuyese en un mundo de hombres. Pero una mujer que está dotada con las mismas armas que los hombres.
Raymond Yip, conocido por sus trabajos serios pero con ese punto comercial ( Anna in kung fu land, Strom Riders, o My dream girl...), toma las riendas de esta película, que sin embargo, no deja de ser una secuela. Yip se embarcó en un género hecho a la medida de un nuevo público que quiso romper con las férreas marcas del heroic Bloodshed de la década pasada.



Protagonizada por Sandra Ng, una de las actrices más completas, del panorama hongkonés, la historia nos cuenta la supervivencia de una mujer (llamada Trece) en un mundo de hombres como jefa de una banda local. Todos sus colegas piensan que es lesbiana, pero la parte folletinesca de la cinta nos muestra una historia de amores perdidos y una coraza puesta para ser inmune al dolor.

Tras ser traicionada por su mano derecha, Trece recuerda como ha llegado hasta allí. Como las ilusiones de una adolescente espabilada y feliz se vieron truncadas por la decepción y las ganas de superarse en una realidad en la que los hombres dominan las reglas.
Trece es, sencillamente, una superviviente. Acorazada con un halo de la seriedad pero delata por el dolor de su mirada, no quiere representar el anhelo del poder porque no es tan ambiciosa, ni tampoco concuerda con los caprichos histriónico como puede ser el reflejo del mencionado Ugly Kwan.

En el personaje de Trece no hay conflictos en torno al deber y la fraternidad de los hermanos, Trece simplemente es una mujer que está sola y se enfrenta a su mundo en completa soledad.
Y Sandra Ng es pieza clave en todo este engranaje, pues su medida interpretación nos predispone a entender ese paso que da entre la melancolía de sus recuerdos y la dureza de los mismos como proyección de su día a día en la tríada.

La historia gira entorno a varios flashbacks que relacionan a la heroína con las personas más importantes de su vida: dos hombres: su padre y su gran amor; y una mujer, su única amiga enamorada de Trece.
Sandra Ng sabe dotar muy bien a su personaje de ingenuidad y chispa necesarias en esas partes de la película compuestas por recuerdos, y ubicarla en las trepidantes calles de Hong Kong donde las mafias tienen sus reinos. Y por otro lado Ng desarrolla a la perfección la determinación del carácter, necesario en su personaje, para que Trece sea aceptada como uno más y se mueva bajo los convencionalismos de la tríada que dibuja Yip a la sombra de la compuesta por Andrew Lau en Young and dangerous.


Trece, como adolescente, no es consciente del aprisionamiento en el mundo en el que vive, y como mujer madura que domina ese mundo no puede salir de él. Honh Kong aparece como una isla y los negocios son los tesoros, pero de esa isla Trece no puede salir, sus pasos ya se han adentrado demasiado y sus recuerdos, al quedarse en emociones del pasado, no le sirven para transformar el presente ni modelar un nuevo futuro.
En un momento ella misma comenta:
“…Nacimos para vivir aquí, ¿dónde podríamos ir?...”
Esta es la misma jaula que sienten los chicos de Young and dangerous pero el glamour, sus desafíos y las ganas de tomar la vida tal como les viene, camuflan el dolor que experimenta Trece.
Trece no se ve angustiada por no ser aceptada, es más para el resto es un miembro más, sino por el dolor de sus ilusiones perdidas.

Porland Street Blues es un intento de ir más allá de la secuela, es una mirada a medio camino entre la aportación psicológica del personaje y la historia folletinesca . Pero la cinta funcionó porque Raymond Yip era y es un buen director comercial y, sobre todo, porque Sandra Ng es una de las mejores actrices a la hora de matizar y exteriorizar las emociones.
Una saga que marcó época y tendencias que, hoy en día, siguen vigentes.

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