domingo, 6 de marzo de 2011

Walking on the wild side de Han Jie: Un realismo opresivo en la China postsocialista.






Los trabajos de Han Jie han estado ligados con documental y al cine más independiente de la China contemporánea. Su mirada realista y sin concesiones llamó la atención de uno de los nombres más importantes a la hora de hablar de la sexta generación China en particular o del cine más personal en general: Jia Zingké.
Zingké vio potencial para hacer un largometraje y le gusto la idea que Han jie le puso sobre el tapete. Un cine realista, crudo, opresivo, pero lleno de testimonios en primera persona. El propio Jie nació en esa región y sabía muy bien lo que quería contar.
Jie se está haciendo con un hueco en su cinematografía con derecho propio y le apuntamos como uno de las más interesantes carreras a seguir. El fresco que nos ofrece sobre una pandilla de jóvenes en la China postscialista es desolador, pero al mismo tiempo es un paisaje y un marco muy común en China, y se agradecen las voces que se alzan para mostralo.


Tres amigos en un estado de semidelincuencia terminan la escuela y se sitúan frente a su anhelada libertad, una libertad recién adquirida que se mezcla con su ambigua ética. No pueden avanzar porque la sociedad en la que viven les corta las alas. Sus dioses son el dinero y la captura de cada momento de vida, por ello toman la delincuencia como el único camino que les separa del destino duro y opresor que han tenido sus padres.

Han Jie expone la realidad que él muy bien conoce, son sus propias experiencias. Inclusive su alter ego se centra en su personaje protagonista que también se llama Han Jie. Ubica su historia en su localidad natal, en Shanxi, situada en el noroeste de China donde las minas de carbón proliferaron en la década de los noventa. Ese carbón que pinta un paisaje de tonos grises e implanta en su aire una bruma de polución y depresión. Un negro carbón que quizá sea la causa para abrir la película con unos tonos en blanco y negro, anhelantes del color, y cuando éste llega el espectador sigue aprisionado en esa misma realidad parda y asfixiante.

La juventud en esta textura sólo puede pelearse, convivir con el delito, y ambicionar unos tonos soleados que nunca llegan. Por ello estos tres jóvenes viven al límite, disfrutan de su naturaleza salvaje y experimentan la venganza por sus acciones. Desde este momento la película se convierte en una road-movie de huída atravesando sus paisajes más desoladores y contemporáneos.
Y todo inmerso en un verismo tal,que nos sorprende por su crudeza y su acritud. El hecho de contar con actores no profesionales que están sumergidos en esa realidad, sin lugar a dudas, ha ayudado a que la realidad se incorpore plenamente con la ficción. Estos actores consiguen con la expresión de sus rostros y con sus actitudes hacer convincente la única realidad que conocen. Un marco impuesto por los desgastes de una China postsocialista en donde proliferan los paisajes a medio camino entre la modernidad y la tradición, y dónde el individuo se encuentra en una especie nomadismo errante sin encontrar una luz.

Y hablando de la tradición, ¿dónde se encuentran en Walking on the wild side, los valores como la ya citada tradición, o la familia?, parecen desaparecidos. ¿En que lugar se han quedado en la sociedad china contemporánea?, ¿qué tiene que decir el núcleo familiar ante tal agresión?.
Viendo el film de Hia Jie tanto la tradición como la familia parecen haber perdido el control social. Los ejemplos que nos pone el director son muy significativos: como se priman los institutos sexuales aún a pesar del llanto desconsolado del bebe que solicita su comida, o el episodio de violencia en la escuela con los niños como espectadores es tremendamente desolador.

Jie acentúa esa visión sombría de la realidad, de su actual Shanxio y de la China contemporánea, y al mismo tiempo se preocupa por denuncia el modo de vida minero con sus constantes muertes y lágrimas.
Jie consigue que el espectador se sumerja en sus imágenes de violencia, de dolor, de incertidumbre, de depresión, de opacidad….y nos sorprende con una realidad de la que él fue testigo en primera persona.

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